Dicen que el rostro es el espejo del alma. Contra más mayores, más se encuadran en los pliegues de la piel, en la mirada, en las marcas de expresión todo aquello que hemos vivido: lo bueno, lo malo, lo agradable, lo angustioso, la tranquilidad, el esfuerzo. Todo tiene su reflejo, y la cara es la carta de presentación con la que las personas se nos aparecen y cuentan su propia historia. Aunque, como también dicen, no todo es lo que parece.